Julia de Burgos

Tenemos una querida amiga, Ivette López, quien se ha dedicado en su trabajo académico al estudio de la obra poética de Julia de Burgos. Para el 2013 nos dijo que se acercaba su centenario, sugiriendo que Ángel la pintara. De su poesía conozco poco, su poema Nada, mi preferido en tiempos de juventud, y el que todo el mundo conoce, Río Grande de Loíza. Busqué este último, lo leímos, y Ángel decidió pintarla.
Ángel escogió una foto de su cara, hermosa, fascinante, y decidió pintarla en el Río Grande de Loíza, así que nos fuimos al río a retratarlo. Pero estamos en otros tiempos. La decadencia social, política, y el crimen imperan y lo erótico del río está hoy envuelto en la oscuridad de los tiempos. Conseguí un camino sin pavimentar, de arena, que se acercaba a la orilla. Desde el otro lado se acercaba un pequeño bote de remo con dos personas.
Tengo buena intuición así que viré el carro en dirección de salida, y puse un ojo en Ángel, retratando, y el otro en el bote que se acercaba. Tomamos varias fotos mientras desde el bote, ya cerca, nos gritaron amenazantes, así que aceleramos el paso y nos fuimos rápidamente.
La obra “Julia de Burgos: amor y llanto por su río”, acrílico sobre lienzo, 66” X 45”, 2013 es la obra más conocida de Ángel y se estuvo exhibiendo en muchos lugares durante el 2014, año de su centenario. El título de la obra viene principalmente de la última estrofa de su poema:
¡Río Grande de Loíza!… Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mí se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.
No pude evitar releer Nada, mi poema preferido de juventud, ahora en plena decrepitud. Me emocioné aún más que en aquellos años …, y se aguaron mis ojos.
Si del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros cuerpos.
Ahora, en tiempos de ascenso de lo femenino su poema “Yo siempre fui mi ruta” es liberador.
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
El colapso de los proyectos políticos, sociales y económicos de la modernidad junto a la corrupción, la decadencia y la ignorancia que nos embarga requieren de una nueva simbología de liberación, de ahí también la importancia de esta obra.



Comentarios

Entradas populares de este blog

10 AñOS DE PINAZO PINTANDO EN PUERTO RICO

Tres generaciones Soldevila

Pedazos de decrepitud