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Mostrando entradas de enero, 2021

Tres generaciones Soldevila

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La casa de Cupey se construyó en el 1959, el año que nació Neil. La compramos hace 15 años y es un lugar muy importante para nuestra atípica familia. Los muebles del comedor y de la sala son de sus abuelos, tías abuelas y, recientemente, de su mamá. Desde la pared del comedor contemplan el ambiente familiar el abuelo, la mamá y el propio Neil en la pintura de Ángel “Tres generaciones Soldevila”, acrílico sobre lienzo, 66” X 45”, 2013. Neil se llama, verdaderamente, Cornelius Richard Walsh Soldevila, pues su madre, muy joven, fue a estudiar a Estados Unidos y allí también se casó con un americano. La familia se mudó a Puerto Rico y su padre y, recientemente, su madre están enterrados en nuestro país. Neil es el más viejo en la obra con 41 años mientras que la imagen de su abuelo es de cuando tenía 31 años, y de su madre es a sus19 años. La obra responde a una petición a Ángel en respuesta al amor y respeto por su madre y abuelo. Siente que su madre le regaló a su abuelo a quien llama P

Sin sonrisa

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  Ángel pinta con el radio en alto volumen en una estación de salsa, muy concentrado, lo que parecería una contradicción con el escándalo musical, y muy rápido. Diría que su promedio diario es de unas tres horas cuando pinta, pues no lo hace todos los días, y toma vacaciones de vez en cuando contrario a otros pintores que hemos conocido que tienen la necesidad de pintar todos los días, y algunos hasta con horarios específicos. Tiene mi apoyo pues soy anti-esclavista de todo lo que los humanos hacemos, incluyendo nuestros talentos. Cuando pinta tiene la costumbre de llamarme de vez en cuando para enseñarme lo que ha pintado y en ocasiones hablamos con respecto a mis percepciones y las de él, especialmente, cuando pinta a colores pues como daltónico leve tiene problemas con distinguir algunos colores como el verde y el rojo. En muy pocas ocasiones hemos discutido extensa e intensamente sobre temas específicos o personajes. Ángel es maño, como se conocen a los aragoneses, testarudo, y se

Paisajes

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Un domingo a sus 25 años Ángel se encontraba pintando con acuarela la iglesia desde la balsa de las truchas, un pequeño estanque que había en su pueblo, Arcos de las Salinas, provincia de Teruel, en Aragón. Resulta que ese día el pintor valenciano Francisco Gallego y su familia habían venido de excursión desde Valencia, unas dos horas en automóvil. Francisco Gallego vio la pintura de Ángel, tomó su libreta y escribió en una página su nombre, el nombre de su ac ademia, Academia D’Art Francisco Gallego, días y horarios de clases, y que le otorgaba una beca en los días y horarios que él quisiera. Ángel estuvo cerca de seis años yendo a la Academia una vez por semana. Esto ocurrió antes de ingresar a Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia donde estudiaría su licenciatura y maestría en Producción Artística con especialidad en Práctica Artística. Son pocas las obras de paisajes de Ángel hoy día contrario a sus inicios y estudios pues su interés era y es, principalmente, la fi

Figuras distorsionadas

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La fascinación de Ángel ha sido, y es, la figura humana en la tradición del realismo con especial amor por el cuerpo envejecido. Sus retratos son formidables. Sin embargo, hay obras, algunas de su tiempo de estudiante, que distorsionan, destruyen, la figura humana. Rebuscando con él en su casa en Arcos de las Salinas, provincia de Teruel, encontramos dos obras que me gustaron muchísimo. Eran de sus años de estudiante en la Universidad Politécnica de Valencia. Una fue su trabajo final de su curso de color. Había que pintar un modelo que posó desnudo. Ángel lo interpretó en el estilo de Francis Bacon, fascinado con pintar con soltura en sus pinceladas con el propósito de deformar, destruir, el cuerpo. De ahí su obra “Figura baconiana”, óleo sobre lienzo, 72” X 48”, 2003. El gusto por la deformación en Bacon respondía a una concepción destructiva del mundo, de la vida, y de lo erótico. Exactamente lo opuesto a Ángel que ve belleza, sensualidad y vida en la decrepitud, en el cuerpo. La o

Julia de Burgos

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Tenemos una querida amiga, Ivette López, quien se ha dedicado en su trabajo académico al estudio de la obra poética de Julia de Burgos. Para el 2013 nos dijo que se acercaba su centenario, sugiriendo que Ángel la pintara. De su poesía conozco poco, su poema Nada, mi preferido en tiempos de juventud, y el que todo el mundo conoce, Río Grande de Loíza. Busqué este último, lo leímos, y Ángel decidió pintarla. Ángel escogió una foto de su cara, hermosa, fascinante, y decidió pintarla en el Río Grande de Loíza, así que nos fuimos al río a retratarlo. Pero estamos en otros tiempos. La decadencia social, política, y el crimen imperan y lo erótico del río está hoy envuelto en la oscuridad de los tiempos. Conseguí un camino sin pavimentar, de arena, que se acercaba a la orilla. Desde el otro lado se acercaba un pequeño bote de remo con dos personas. Tengo buena intuición así que viré el carro en dirección de salida, y puse un ojo en Ángel, retratando, y el otro en el bote que se acercaba. Tom

Pedazos de decrepitud

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“Pedazos de decrepitud”, Tríptico, lápiz y acrílico sobre papel, 64” X39”, 2010 es una obra impresionante de Ángel que le para pelos a cualquiera con mínimo grado de sensibilidad, lo que no quiere decir que le guste. Y mucho menos el título, que en una cultura y sociedad que ensalza la belleza del cuerpo joven, preferiblemente de mujer, y que ve como ofensa hablar sobre la vejez cuando la describimos como lo que es – un estado de decrepitud- hablar de “pedazos de decrepitud”, de ese estado de “…disminución de las facultades físicas a causa de la vejez”, como lo define el diccionario de la RAE, es un insulto. El todes, del todos, todas y todes, es el dialecto del feminismo para desarrollar el lenguaje inclusivo frente al exclusivo masculino. Sin embargo en el caso de los viejos, viejas, no es un asunto de género solamente en el lenguaje, es también de existencia. Sobre esto Ángel expresó lo siguiente en una revista española para viejos, viejas: “Las palabras gerontofobia, aversión a lo

El retrato de Jesucristo

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Tenemos un amigo católico que estuvo relacionado al arte. Nos narró de una experiencia que tuvo, un trance, mientras acompañaba a su madre en un peregrinaje al lugar de aparición de la Virgen en Medjugorje. Estaba muy activo en un grupo de su iglesia que confortaba y ayudaba a los enfermos, grupo al que tenía que ofrecerles una charla, no recuerdo sobre qué. Unos días antes de la actividad le pidió a Ángel un cartel para su presentación. Ángel buscó una imagen inspirada en el Santo Sudario de Turín, tomó un lienzo y en dos días le pintó un retrato de Jesucristo con unas imágenes en la parte inferior alusivas a su grupo de apoyo. En la parte de atrás le hizo una dedicatoria y se lo regaló. El quedó maravillado y no cesaba en decirnos lo mucho que le gustaba la obra y cómo lo admiraban en su iglesia. Nos dijo que lo había enmarcado y colocado en un lugar prominente en su casa, y que lo llevaba a actividades de su iglesia. Ángel nunca le dio un nombre a la obra. Es un óleo que piensa

Libre

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Angel fue invitado a una exposición colectiva llamada “Exlibris”, que significa “entre libros”, y que se refiere a los sellos que se colocan en las primeras páginas de un libro en los que se indica el nombre o biblioteca dueña del libro. La idea era que el artista pintara una obra inspirada en el sello, la fotografiara y enviara la foto para la exhibición. A Angel se le ocurrió un rostro de perfil con la boca abierta expresando “Exlibris”. Para esto atornilló cuatro mil tornillos de forma simétrica en una tabla de madera y pintó con óleo mi cara de perfil sobre los tornillos con la boca abierta. De ahí la obra “Expresión de libertad”, 4,000 tornillos, óleo sobre tabla, 18” X 24”, 2019. Estalló la pandemia y la exhibición se canceló aunque Ángel ya había hecho la obra y enviado la foto. Así que desatornilló unos tornillos, atornilló otros pocos y quedó, solamente, la palabra “libre”. La obra la tenemos en el apartamento y la contemplo todas las mañanas cuando me preparo el desayuno

Los Salseros de Torres

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  “Los Salseros de Torres”, óleo sobre lienzo, 36” X 72”, 2020 es una magnífica obra de salseros que se encuentra en “Torres Place”, un pequeño bar-restaurante en la playa del Alambique en Isla Verde. El cuadro es más que una obra de arte, es música porque cuando Ángel lo pintó, como siempre pinta, lo hizo con el radio encendido en una estación de salsa. Los trances artísticos de Ángel, su concentración pintando, es con música popular a bastante volumen. Nunca lo interrumpo, y no hace caso. Narra Rumi en su poesía que cuando está embriagado con la copa del amor la dualidad del mundo desaparece. El mundo espiritual y el material se unen y desaparece el drama de sufrimiento y angustia de la vida. Dice Rumi que en ese trance extático no tiene otra cosa que hacer más que jolgorio, jarana y canto. Todos hemos visto cuando un músico cae en trance. Ocurre cuando su música se convierte en uno con él, ella, y nada tiene que ver con “drug, sex, and rock and roll”. Me encanta escuchar videos mu