“¿De dónde llegó mi vida a esta morada, y cuando parta, a dónde está destinada a desaparecer? Sentado bajo la ventana de artemisa de mi cabaña medito estos cuestionamientos en el absoluto silencio de la noche Busco muchas veces en mi corazón, pero no recibo respuestas. De dónde viene y hacia dónde va mi vida, no lo sé. Igualmente me es desconocido el aquí y ahora de mi existencia. El mundo es un vacio fluido y ágil, y vivo en la vacuidad en medio del aire, centelleando. ¿Será posible saber la sutiliza entre el bien y el mal? Mi destino, lo que me ocurre, forzosamente lo recibo, y con descuidada serenidad, vivo sus consecuencias”.

En medio de la turbulencia política de las elecciones recibí un video con estas palabras en inglés, que traduje al español. Al ser de la generación de los sesenta lo interpreto como existencialismo espiritual.
Se entiende que en el último ciclo de la vida las iglesias se llenen de viejos, viejas, se agudice la búsqueda en libros sagrados, y se viva en búsqueda de sentido y experiencia espiritual, pues nos encontramos ante el hecho irremediable, al menos biológicamente, de estar en la antesala de la muerte.
Aunque las aseguradas, el cine y la televisión pretenden manipularnos tratando de hacernos creer que estamos en una segunda adolescencia, una especie de edad dorada, tercera edad, la verdad es que ni remotamente tenemos las hormonas de cuando teníamos diez y nueve años. Entonces estábamos, verdaderamente, en plena madurez biológica y sexual, a la que ahora ni siquiera la viagra nos puede regresar. Tampoco bailar la rumba Cachita como aquel nefasto anuncio y otras idioteces de los medios, que en el fondo buscan explotarnos económicamente, pueden esconder la realidad de nuestra vejez.
El arte, interesantemente, puede ubicarnos en la justa perspectiva que necesita nuestro espíritu en estos tiempos. De hecho en el video de donde traduje el escrito, que no me dice quién dijo esas palabras, lo que aparece es un dibujo de un viejo oriental sentado en forma meditativa en una cabaña en un bosque. Pero no hay que ir ni al Oriente ni internarse en un busque, aunque no es mala idea. Ayuda contemplar buen arte. Y digo esto porque reflexionando sobre la vida, la existencia, la vejez y la muerte, hay tres obras magníficas de Ángel.
En la obra “Viejo paisaje”, díptico y acrílico sobre papel, 40” X 56”, 2010, Ángel recibió Primera Mención de Honor en el XII Concurso de las Artes del Colegio Galileo Galilei, Universidad Politécnica de Valencia, España. La obra “Serenidad” o “La abuela”, Lápiz y acrílico sobre papel, 50” X “31 ½”, 2011, tiene dos nombres, pues así Ángel la ha llamado, y hoy prefiero llamarla “Serenidad”, va con el escrito. Y, “La cruz de la vejez”, Lápiz y acrílico sobre papel, 39” X 29”, 2010.